Damos todo lo que tenemos cuando más se necesita. Nuestro trabajo puede pasar desapercibido, pero sabemos que es vital para que nuestro líder cruce la meta victorioso. No buscamos los focos, sino la satisfacción de ver triunfar al equipo.

Somos leales hasta la última gota, comprometidos hasta el último kilómetro, y orgullosos de formar parte de algo más grande que nosotros mismos. Cuando la gente ve al campeón en el podio, pocos saben que detrás hay un equipo entero que ha dado todo por ese momento y eso nos llena de orgullo.

Nuestra recompensa es saber que hicimos nuestro trabajo, que protegimos a nuestro líder, que fuimos parte fundamental de ese triunfo. Esa es nuestra manera de entender el ciclismo.

Rodar este cortometraje no fue simplemente capturar imágenes; fue ejecutar una producción en condiciones climáticas difíciles, donde cada toma requería precisión y coordinación. Las montañas nos recibieron con un clima indomable: caminos resbaladizos cubiertos de aguanieve y un cielo gris que se volvió el escenario perfecto para contar la historia de los gregarios.

Durante tres días intensos, el equipo de producción, los actores y técnicos trabajamos como un pelotón bien engranado. Las bicicletas fueron preparadas al detalle por manos expertas, cada una ajustada como si estuviera a punto de correr para una competencia. Los actores, muchos de ellos ex ciclistas profesionales, entrenaron bajo las mismas condiciones del terreno, buscando representar no solo con precisión técnica, sino con autenticidad emocional, el rol silencioso pero vital del gregario.

Nada fue fácil. Las tomas aéreas exigieron precisión en medio de un paisaje cambiante. Las cámaras se congelaban, el suelo era traicionero y cada jornada terminaba con el equipo empapado y exhausto. Este film no habría sido posible sin la pasión y el compromiso de cada miembro del staff.